El cortometraje Todo incluido, del director Duván Duque Vargas y el productor Franco Lolli, es un conmovedor relato sobre una familia recompuesta que sufre las consecuencias de un duelo y, a la vez, es una fotografía aguda de una sociedad que vive atrapada entre apariencias y que ha sido permeada en todos sus niveles por la corrupción y el narcotráfico.
Esta coproducción colombofrancesa, cuenta la historia de Fer, un niño de once años que viaja con su padre y su madrastra a un hotel en los llanos orientales colombianos a pasar un buen momento en familia, lo que no han tenido en mucho tiempo. Allí, el padre de Fer debe hacer un negocio que puede cambiar sus vidas para siempre, no necesariamente para bien.
Todo incluido es ante todo un cortometraje íntimo sobre el duelo de la madre, inspirado en la experiencia propia del director, quien perdió a la suya ante un cáncer, cuando él tenía dos años de edad. Sin embargo, también es un acercamiento original a uno de los temas más tratados por la cinematografía colombiana, como lo es el narcotráfico. El ángulo que propone este cortometraje frente al tema es singular e inesperado, pues está visto desde los ojos de un niño que al entender que su padre, un hombre de clase alta bogotana venido a menos, se dispone a lavar dinero de narcotraficantes, se aferra más que nunca a su madrastra.
El director Duván Duque Vargas, que en sus anteriores cortos hace un retrato de la alta clase bogotana y su deseo de mantener su estatus a cualquier costo, confiesa que Todo incluido es una continuación de ese proyecto: “Sin embargo, al acercarme esta vez al problema del ‘dinero fácil’ en nuestra sociedad, no quise hacerlo enfocándome en los grandes nombres de los escándalos de corrupción o los carteles de la mafia, sino en esa capa más extensa y anónima que el problema también permea. Todo incluido es el retrato de una familia que, como tantas en nuestro país, se enfrenta a un dilema moral en su lucha por mantenerse a flote”.
Este cortometraje completa la cuota colombiana en Toronto junto con los largometrajes So Much Tenderness, de Lina Rodriguez y La Jauría de Andrés Ramírez Pulido. Sobre la participación del cortometraje en el TIFF, en competencia en la sección oficial Short Cuts dedicada a lo mejor del cortometraje mundial, el director agrega:
“Es una alegría poder estrenar en un festival de la talla de Toronto, tan importante en la carrera de muchos de los cineastas que más me han inspirado. Confío en que este estreno nos dará un empujón a la hora de llevar este corto a tantos lugares como sea posible. Eso es, al final, lo que completa cada proyecto para un cineasta: sentir cómo reciben tu proyecto distintas personas de diferentes maneras en distintos lugares del mundo. Es también un honor poder contribuir así al buen momento que vive el reconocimiento del cine nacional”.
Todo incluido es una coproducción colombo francesa. Por el lado colombiano está la casa productora Evidencia Films, fundada por el director Franco Lolli, que ha producido obras como Gente de Bien, con Alejandra Borrero, y Litigante, con la reconocida escritora Carolina Sanín, ambas seleccionadas en Cannes.
También algunos de los cortometrajes colombianos más exitosos de los últimos años: Madre, de Simón Mesa Soto; La casa del árbol de Juan Sebastián Quebrada o Sol negro de Laura Huertas Millán. Por el lado francés, está la reconocida casa productora Srab Films, ganadores del premio Toscan du Plantier a mejores productores del año en el país galo en 2020 y nominada al Oscar y al Globo de Oro por su película Les Misérables.
El rodaje se llevó a cabo a las afueras de Villavicencio. Se decidió rodar durante el Mundial de Coleo para poder capturar el fervor de la cultura llanera en esas fechas de la manera más natural posible, con un equipo conformado por una mezcla de talento local, nacional, e internacional.
Luego de un proceso de cuatro meses de casting, viendo cientos de opciones de actores profesionales y no profesionales, se escogió como protagonistas a Maximiliano Rojas, Alejandra Herrera y Leopoldo Serrano. Ninguno de los tres había actuado antes.
Leopoldo, que hace del padre, es un emprendedor de agricultura orgánica; Alejandra, que hace de la madrastra, es creadora y directora de Binario, un espacio cultural en el barrio San Felipe en Bogotá; y Maximiliano es un niño de doce años que quiere ser productor de trap y, como todos los niños de su edad, va al colegio. Este último comparte con el director la experiencia de haber perdido a su madre hace apenas unos años.